Nicolás Roerich
El REY SALOMÓN
Las leyendas de Oriente, ¡qué inesperadas son! Y qué pensamiento moderno nos revelan. Qué excitante resulta sentir, en los mitos de los lugares remotos de Asia, conceptos tan relacionados con nuestras propias aspiraciones y nuestros propios entusiasmos. En algunas leyendas se habla de extrañas enfermedades que están surgiendo, y todo médico occidental compartirá el interés por los procesos aún sin descubrir del organismo humano. Las leyendas hablan de ríos subterráneos, y nuestra mente sigue los sistemas modernos de irrigación y rejuvenecimiento de los desiertos. Hablan sobre tesoros ocultos que la naturaleza brinda a la humanidad. Y sonreímos, mirando hacia los riachuelos de petróleo de Asia y admirando las montañas de hierro y cobre. Es como un cuento de hadas.
En la actualidad, las primeras planas de todos los periódicos están dedicadas a los osados intentos de conquistar el espacio y el aire. Y en los desiertos arenosos, nuestro guía, avanzando rítmicamente con su camello, nos habla del aparato volador del Rey Salomón.
En estos antiguos símbolos, no sentimos sólo una superstición desgastada. No, existe un pensamiento de belleza y un sentimiento de evolución. Las personas recopilan las mejores imágenes alrededor de estas bellas posibilidades y en nombre de la evolución.
Hasta ahora, en la concepción de las gentes, el Rey Salomón se eleva en su milagroso dispositivo volador sobre los vastos espacios de Asia. Muchas montañas de Asia están coronadas por ruinas o piedras que llevan la impronta de su pie o de sus rodillas, como evidencia de sus extensas plegarias. Estos son los llamados tronos de Salomón. El Gran Rey volaba a estas montañas, alcanzaba todas las cumbres, dejaba detrás de sí las preocupaciones de su reinado y aquí refrescaba su espíritu. La Montaña de Salomón, los tesoros ocultos de Salomón, la sabiduría de Salomón, el misterioso poder del anillo de Salomón, el sello de Salomón, con su poder para discriminar entre la Luz y las Tinieblas; ¿a quién más ha rendido Asia tanta admiración y tanto respeto?
Los mayores misterios y fábulas se atribuyen al nombre de Salomón. La abubilla, considerada el pájaro más misterioso, también está vinculada con el Rey Salomón. Las abubillas protegían el descanso del Rey Salomón en los momentos de su mayor trabajo. Al volver de sus tareas, el Rey preguntó a sus pájaros qué querían como recompensa. Ellos replicaron:
"Danos, oh Rey, tu corona de oro. Es bellísima y nosotros no hemos visto nada más maravilloso que tú cuando te pones la corona."
El Rey sonrió y dijo:
"Pero, mis queridos, mi corona es muy pesada. ¿Cómo podríais desear llevar una carga semejante?"
Sin embargo, los pájaros continuaron suplicándole que les diera su corona y el Rey ordenó a su orfebre que hiciera coronas en miniatura, copias exactas de la suya, que fueron colocadas en las cabezas de los pájaros. Poco tiempo después, los pájaros regresaron al Rey con sus pequeñas cabezas inclinadas bajo sus coronas de oro. Y suplicaron al Rey:
"¡Oh, Rey! Libéranos de estas coronas. Tenías razón al advertirnos con tanta sabiduría. ¿Qué podemos saber nosotros, pequeñas criaturas? ¿Podemos saber que detrás del brillo y el encanto, yacen tales cargas? ¡Libéranos, oh, Rey!"
El Rey respondió:
"Ahora veis dónde os ha conducido vuestro deseo de llevar una carga. ¡Que sea como lo deseáis! Se os quitarán las coronas de oro, pero debéis llevar un recuerdo de vuestro anhelo insensato de cargar con una corona. De ahora en adelante, llevaréis una corona de plumas. No os pesará, sino que sólo formará una corona del reino secreto, que conocisteis cuando me servíais."
Y así sucedió que la abubilla, el pájaro más misterioso, que conoce muchos secretos, aún lleva una corona de plumas. Y cuando este pájaro sigue a una caravana o a un barco, las personas dicen:
"Este será un magnífico viaje, el pájaro del Rey Salomón lo sabe."
También otros animales sirvieron al Rey. Un musulmán que llegó de Cachemira con su caravana a través de la frontera afgana, nos dijo que hasta las hormigas ayudaron al Gran Soleimán a construir su templo. Comenzando por los grande Djinns, los espíritus del aire y del fuego, hasta las hormigas, todos trabajaron en la construcción. Y en una incesante plegaria, el Rey Salomón controlaba sin interrupción el trabajo de las fuerzas de la naturaleza para la creación del maravilloso Templo. Cuando las fuerzas del Rey comenzaron a desvanecerse y se dio cuenta de que se acercaba el momento de pasar a otro mundo, ordenó a los Djinns que completaran el edificio sin él, pero los tempestuosos espíritus elementales replicaron que en la tierra aceptarían someterse sólo a él, pero que sin él, estaban liberados.
Entonces, el Rey Salomón, fortaleciéndose espiritualmente y apoyándose en su vara, permaneció en el Templo, y reunió todos sus poderes para la tarea. A pesar de que su espíritu se marchó, el cuerpo permaneció inmóvil y erecto para que los tempestuosos Djinns no huyeran. Y ningún ser viviente ni Djinn supo que el espíritu del Rey ya se había marchado, ni tampoco se atrevieron a acercarse al inmóvil Soberano. Pero cada uno se esforzó al máximo para terminar el edificio. Y el Templo quedó completo pero el Soberano permanecía inmóvil. ¡Quién se atrevería a perturbarlo en sus aspiraciones! Pero el más pequeño colaborador del Rey la hormiga comenzó a roer la vara del Rey hasta que la madera se desplomó; el cuerpo del Rey cayó y todos vieron que su Espíritu había partido. Pero el Gran Templo permaneció.
Sin embargo, el Rey Salomón no es sólo un soberano celestial. Desciende hasta las personas y, como otros soberanos de Oriente, cambia su vestimenta y se mezcla con la multitud para penetrar todos los secretos de su vida. El Rey Salomón dejó su anillo con la piedra milagrosa, en la que yacen los cimientos del Mundo en en la custodia de su esposa, la Princesa de Egipto. Pero el sumo sacerdote egipcio era astuto y hábil: se disfrazó como el Rey y se apoderó del anillo. Y ahora el Soberno esta condenado a muchos años de vagabundeo hasta que se restablezca la verdad.
De esta manera, las personas conectan todo lo unico y extraordinario con el Rey Salomón. Ascendió a las montañas, descendió a las profundidades de la tierra, se reunió con reyes y desapareció en las multitudes de personas.
En el antiguo reino de los uigures, donde ahora viven los musulmanes verdaderamente creyentes, el nombre de Salomón está vinculado con el de de Alejandro con el del Gran Akbar. En ocasiones se reconocen las mismas leyendas que adornaron al Rey-Unificador de la India:
"Al parecer, se dicen las mismas cosas de Akbar llamado el Grande."
El viejo musulmán de barba gris y turbante verde, que ha llevado a cabo su peregrinaje de arrepentimiento a la Meca, inclina la cabeza:
"Ambos soberanos fueron sabios y grandes. Cuando se ven dos montañas nevadas, ¿cómo hacer para describir sus diferencias? Ambas resplandecen bajo los rayos del sol. Acercarse a ellas es igual de difícil. ¿Quien se atrevería a adjudicar a un soberano lo que puede ser común a ambos? Es verdad, el Gran Akbar no abandonó las fronteras de la India. Fortaleció la tierra desde dentro y no sabemos qué Genios estuvieron a su servicio. Del Rey Salomón sabemos que volaba por la tierra y que conoció la Verdad en todas las tierras y que hasta había estado en las lejanas estrellas. ¿Pero quién puede juzgar desde el pie de las dos cumbres nevadas? Si hasta usamos gafas oscuras para proteger nuestros débiles ojos de su resplandor."
Talai-Pho-Brang, 1928.