LA FAMILIA ROERICH
Nicolás P. Banykin
Gracias por la generosa colaboración en la publicación del libro «La Familia Roerich» a
CARLES BELLVER TORLA (Castello de la Plana, España),
VERA PELLON (Madrid, España), EVA CASTRO (Madrid, España)
La traducción del libro "la Familia Roerich" por Ekaterina Koneva
En el libro «LA FAMILIA ROERICH» os hablaremos acerca de la Gran familia del artista ruso Nicolás K. Roerich, quién ejerció una influencia benéfica en el futuro de Rusia y de todo el Mundo.
Nicolás K. Roerich vino al mundo en la vieja ciudad
de San Petersburgo, Rusia, el 9 de octubre de 1874. Su
padre, Konstantin, de origen escandinavo, era un renombrado notario;
su madre, María Kalashnikova, pertenecía a una antigua familia
de la nobleza rusa.
Cuatro años y cuatro meses más tarde en la misma
ciudad, en el seno de una familia de arquitectos, nació una niña que fue
llamada Helena. La familia de la niña era notable. Helena era biznieta
del gran jefe militar ruso Mijaíl I. Kutuzov y sobrina
del famoso compositor
M. P. Músorgski.
Los niños crecieron en la misma ciudad, pero nadie en ese
tiempo sabía que dos decenas de años más tarde ellos se encontrarían y
formarían una familia que iba a influir los destinos de toda la humanidad. Esto
lo sabían sólo los Grandes Maestros de la Luz.
La infancia de Nicolás transcurrió en una casa en la orilla del
río Neva y en Izvara (hacienda de campo de su
padre), en plena naturaleza, donde a menudo, en la soledad, comenzó a escuchar Todo a su alrededor llamaba la atención del muchacho:
los dibujos complicados de los mástiles de los buques, un
barquito surcando la superficie lisa del río, las palabras de una
antigua canción, de la época del zar Pedro el Grande, que la abuela
cantaba a los niños.
Aún recibía más impresiones en Izvara, viendo las
bellas nubes flotando en el cielo, unas aves migratorias llenando de
ruido el lago que no se helaba, un rebaño andando por el pasto, las
lejanías misteriosas de bosques, campos y prados, y en la hacienda misma
los cuadros.
Delante de uno de ellos a menudo se paraba el pequeño
Nicolás, el futuro Gran Artista. En el cuadro se podían ver a unas
montañas altas, llameantes bajo los rayos del sol poniente. Como supo más
tarde, era una de las sagradas cimas del Himalaya, Kanchenjunga. Así
que desde la infancia el destino tendió un hilo hasta el Sagrado Himalaya
y la Gran India, con la que sería unida la vida ulterior del artista y de
toda su familia.
A temprana edad el niño demostró curiosidad y talento hacia
una serie de actividades distintas. Aprendió a leer muy temprano. Le
interesó mucho la literatura, la poesía, el teatro.
Cuando tenía nueve años un conocido arqueólogo
realizó exploraciones en la región y llevó al joven Roerich a sus
excavaciones de los túmulos locales. La aventura de revelar los misterios de
eras olvidadas con sus propias manos despertó un interés en la
arqueología que habría de durarle el resto de su vida.
Mientras aún era joven, Roerich demostró una
habilidad particular para el dibujo y pintó con mucho entusiasmo. Ya desde
la niñez viajó con mucho placer. Su primer viaje a dos ciudades
antiguas de Rusia, Pskov y Ostrov, lo emprendió con sus padres a los
cinco años, le impresionó para toda su vida.
Durante los mismos años en San Petersburgo, en una casa de
la calle Sérguievskaia, crecía Helena, una niña muy sensible y
dispuesta hacia la belleza en todas sus manifestaciones. En particular le
impresionaba lo bello de la naturaleza. Apreciaba todo ser vivo; sufría agudamente
al ver cualquier crueldad e injusticia.
Cuando la niña pasaba el verano en Bólogo, en la
hacienda de su tía y salía de casa, todos los animales domésticos y las
aves: un pollito enfermo, una grulla con la ala herida que había que vendar,
se dirigían a su encuentro, cada
uno de ellos consideró a Helena su defensora, sintió su cariño y amor.
Helena aprendió a leer por su cuenta y muy temprano,
pronto supo el alfabeto francés y alemán. A los seis años la niña podía
leer libremente en tres idiomas. Desde los primeros años de su vida
los libros eran sus mejores maestros y amigos.
La niña pequeña, doblándose bajo el peso, traía a
su habitación la Biblia, un enorme tomo con ilustraciones, y
abriéndola, miraba con ansiedad la querida Imagen de Jesucristo. Entre sus
libros predilectos estaban «La historia del trozo de pan» y «El viaje a
través del Asia Central y Extremo Oriente».
Ya de muy pequeña la niña demostró
capacidades extraordinarias. Veía cosas que no podían ver los demás. A los
siete años vio en el cielo un cuadro vivo y pintoresco, así que lanzó un
grito con entusiasmo: «Mamá, mamá, mira qué bandera se ha
desplegado en el cielo y se ha enrollado como un ojal!» Pero su madre por
mucho que miró no vio nada.
A los seis años, Helena tuvo una visión extraordinaria, que Fijó su mirada en la orilla opuesta y al fondo tras el
manzano floreciente subitamente vio la figura alta de un hombre vestido
de blanco; y en su conciencia instantáneamente surgió el recuerdo
de que en alguna parte muy lejana vivía el Maestro de la Luz.
El corazón de Helena palpitó y su alegría se convirtió en éxtasis. A la
muchacha le sedujo esa remota Imagen tan querida y
Bella.
Hasta los nueve años, tuvo visiones parecidas también
durante las enfermedades. La niña veía entrar en su habitación a dos
hombres altos, vestidos como hindúes, que se sentaban junto a su cama
y comenzaban a tirar y enrollar el hilo de la madeja que extraían del
corazón de Helena. A veces desde cerca ella no
veía más que sus cabezas, que se inclinaban sobre ella y la miraban atentamente.
Así pasó la infancia y empezó el tiempo de la
adolescencia. Nicolás Roerich estudia el bachillerato (enseñanza secundaria). A
los diecisiete años comienza a dedicarse sistemáticamente a la pintura
bajo la dirección del pintor Mikeshin, el famoso pintor ruso, que fue el
primero en reconocer el talento del joven.
Empieza a considerar entrar en la Academia de Bellas
Artes y seguir una carrera artística. No obstante su padre no
consideraba la pintura una vocación apropiada para un miembro responsable
de la sociedad e insistió en que Nicolás siguiera sus pasos en el
estudio del Derecho.
Se logró un acuerdo y Nicolás emprendió el Derecho en el
año 1893 (al terminar el bachillerato), pero simultáneamente ingresó en
la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo. Roerich pensaba
también matricularse a la vez en la facultad de Historia en la Universidad,
pero obedeció a su padre y sacrificó la Historia por el Derecho.
Sin embargo, el estudiante Roerich asistió más a las
clases de Historia, aunque a pesar de todo tenía que pasar exámenes en
la facultad de Derecho. Así resolvió dignamente el primer conflicto
serio de su vida.
En la Academia su primer maestro fue el pintor ilustre
ruso Arjip I. Kuinjy, que vio en Nicolás un espíritu lúcido y comenzó
a estimar en su discípulo las posibilidades futuras. Kuinjy enseñó a
su estudiante no sólo a pintar, sino que llegó a ser su maestro en
las cuestiones de la vida.
Dejado en plena libertad creativa, sus pinturas, extrañas,
llenas de misterio y de atracción hablaban ya al alma del espectador
de lejanas tierras, de leyendas aún no extinguidas en la mente
humana, de héroes, de guerreros y de sacerdotes, de vagabundos y
de peregrinos.
Ya durante los años estudiantiles Roerich se
distinguía por sus cuadros originales y su maestría. Así que cuando
terminó la Academia era ya un artista maduro y famoso. Durante sus estudios
Nicolás Roerich no sólo tenía que trabajar para ganarse la vida
sino también insistentemente salvar muchos obstáculos que
iban surgiendo.
La adolescencia de Helena tampoco fue tranquila. El destino
de cualquier muchacha de una familia notable ya estaba
determinado casarse y dedicarse totalmente a los asuntos de la familia. Para eso
era suficiente con hacer estudios en un Instituto Femenino. Así era
la costumbre. La muchacha piensa en una educación seria, que ni su
madre ni su padre pueden comprender.
Le permitieron seguir estudiando música, pero sólo en casa.
Tenía que perfeccionar sus conocimientos de idiomas con institutrices
francesas y inglesas poco instruidas, también en casa.
Cuando tenía diecinueve años, la muchacha perdió a
su padre, quedando solo con su madre. Durante ese tiempo
tenazmente se dedica a la auto educación: lee mucho, estudia seriamente
la literatura filosófica que le interesó desde la infancia, se
dedica también a la música.
En música tuvo muchos éxitos: fue una pianista de talento y
los profesores del conservatorio estaban seguros de que llegaría a ser
una famosa concertista.
Pero los intereses de la muchacha eran mucho más
amplios. Por ejemplo, manifestó un sentido infalible de la forma y armonía
en la pintura. Habló profunda y sagazmente sobre el arte.
Durante la juventud Helena gozaba de una belleza singular
y admirable, igual que de un embeleso que conservó durante toda su
vida. Como cualquier muchacha de clase notable, tenía que frecuentar
bailes y recepciones.
Muchos chicos la querían como novia, pero a todos
rechazaba. La vida mundana, con sus bailes y divertimentos no podía satisfacer
su naturaleza profunda y sensible.
Según testimonio de la gente que la conocía bien, Helena
desde la juventud soñaba para el matrimonio con un hombre del arte, para
poder ayudarle durante toda su vida inspirándole grandes objetivos. El
destino ya le preparaba tal encuentro.
En el verano de 1899 Helena Roerich estuvo con su madre
en Bólogo, en la finca de su tía. El marido de su tía, el príncipe Putyatin,
se dedicaba seriamente a la arqueología.
Nicolás Roerich acudió allí por asuntos arqueológicos, pero
el príncipe estaba de viaje. Esperándolo, Nicolás pasó en la casa
tres días, tiempo en el cual los jóvenes se encontraron por primera
vez. Nicolás y Helena desde el primer momento sintieron mucha simpatía
y atracción. Descubrieron que tenían muchos intereses comunes en
la música y en el arte. Cuando volvieron a Petersburgo se
continuaron encontrandose, iban juntos a exposiciones, conciertos, hablaban
sobre arte, filosofía.
Muy pronto la simpatía y atracción mutuas se convirtieron
en un sentimiento de profundo amor. Al principio los parientes de
Helena no querían que los jóvenes se casaran, pero un
acontecimiento extraordinario les ayudó.
Tres veces seguidas Helena soñó que su difunto padre
le decía: «Helena, cásate con Nicolás», y durante el último
sueño añadió: «Para la fiesta de la Ascensión todo se arreglará, todo
estará bien». Así se cumplió. Muchos años más tarde Helena Roerich se
enteró de que había visto, en forma de su padre, al
Gran Maestro de la Luz, su Padre espiritual.
Así que se decidió la boda, pero Nicolás Roerich tenía que ir
a París para terminar su educación artística y no había dinero para poder
ir juntos. Tuvieron que estar algún tiempo separados. Sólo
cuando N. Roerich volvió, el 28 de octubre de 1901, pudieron contraer
matrimonio. Desde ese momento vivieron su vida juntos, ayudándose y
apoyándose, se completaron el uno al otro.
Así nació esta sorprendente familia, que dio el ejemplo
de una unidad armónica, a la cual más tarde se unieron también los
hijos. Cada miembro de esta familia poseía un talento magnífico
en combinación con una comprensión profunda y mutua, y el amor
de los unos a los otros.
En el verano de 1902 la familia Roerich estuvo en
las excavaciones de unos túmulos. Durante esa expedición, el 16 de
agosto, en la aldea Okulovka, en Novgorodskaya, los Roerich celebraron
el nacimiento de su primer hijo, Yury. Y dos años más tarde, el 23 de
octubre de 1904, vino al mundo el hijo menor, Svetoslav.
Los padres de Yury y Svetoslav desde la primera
infancia colmaron a sus hijos de amor y atenciones. Helena Roerich
prestaba muchísima atención a su educación.
Svetoslav Roerich contó sobre su infancia lo siguiente: De pequeño a mí me interesaron las ciencias naturales,
la ornitología y la zoología. Pues bien, Helena Roerich me
encontraba todos los libros necesarios, que sólo ella podía conseguir.
Nos compraba los pájaros disecados, hallaba para nuestras
colecciones insectos y escarabajos. Además, me interesaron las piedras
preciosas, la mineralogía, así que también me proporcionaba toda clase de
piedras, incluidas las de los Urales y otras. Desde la niñez yo tuve una
colección grande, que incluía también la de mi padre y la de sus
hermanos, quienes las coleccionaron durante sus años estudiantiles.
Así que nuestro pequeño mundo se llenó, entonces, de
sensaciones. Delante de nuestros ojos se abría un mundo nuevo y rico, siempre
estábamos presentes durante las conversaciones de Nicolás y Helena
Roerich, escuchábamos todo lo que decían. Esto nos influyó mucho
Desde
los años infantiles yo me dediqué al arte: pinté, modelé. Y esto para mí
era probablemente lo más importante».
En estos recuerdos se puede ver que los padres atentos
ayudaron a los niños a encontrar sus Caminos propios y sus vocaciones. Pero
eso no quiere decir que los niños no tuviesen problemas. Al contrario, en
sus caminos tropezaban con muchas dificultades y obstáculos, que había
que vencer independientemente. La familia viajó mucho a diferentes
ciudades y países. Durante los años 1909 a 1916 visitaron Italia, Alemania,
Inglaterra y Holanda. En estas condiciones los niños tenían que estudiar, a
menudo aprendiendo en un año el programa de cuatro o cinco cursos.
Bueno, amigos, así que en este retrato veis que durante los
años infantiles y juveniles, Yury y Svetoslav Roerich adquirieron
los conocimientos amplios y multilaterales, que permitirían a toda la
familia cumplir en el futuro una gran misión.
En 1916 Nicolás Roerich enfermó gravemente de pulmonía
y su doctor lo mandó con su familia a Serdobl (Sortavala),
Finlandia, para que se recuperara. Así que la familia se instala en
Finlandia, donde Nicolás Roerich crea su famosa serie de lienzos sobre
ese país. En ese tiempo Finlandia formaba parte del Imperio Ruso,
y Serdobl no estaba lejos de Petersburgo (donde N. Roerich
ejerció como director en la escuela de la Sociedad de Estimulación del
Arte) y por lo tanto podía ir allí por asuntos de trabajo.
Era un período de gran incertidumbre en el mundo, igual
que para la familia Roerich. En el año 1917 destalló la Revolución
de Octubre y poco después Finlandia se separó de Rusia y la
familia Roerich se encontró en el extranjero, separada de la Patria.
Los Roerich viven en Serdobl hasta el año 1919.
Al terminar la Academia, Nicolás Roerich pinta
mucho. Especialmente le atraen los temas de la Rusia antigua y los
países del Oriente. Los Roerich sueñan con el viaje a la India,
cuya atracción magnífica había ido en aumento en los últimos años.
«Desde muy pequeño me acuerdo dice Svetoslav
que Nicolás y Helena Roerich se interesaron por la India. La India
ocupó un lugar especial en sus vidas». Nicolás Roerich sabía de
algún modo que en la antigüedad Rusia e India estuvieron
firmemente unidas y que la cultura de estos dos países tiene raíces
históricas comunes. Esperaba encontrar confirmación de esto durante
su próximo viaje a los países de Oriente. También previó
profeticamente el papel especial y único de Rusia e India en la historia futura de
la humanidad.
Durante los tres años de estancia de la familia en
Finlandia, ocurrió un acontecimiento que exteriormente no parecía
importante, pero interiormente sí tuvo un gran significado. Poco a poco,
cada vez más, Nicolás y Helena Roerich sintieron la relación
invisible entre su familia y los Grandes Mahatmas del Himalaya.
Aprendieron a captar y comprender los pensamientos enviados por el
Gran Maestro, comenzaron a recordar sus encarnaciones anteriores
y llegaron a entender claramente el objetivo de sus vidas.
En el año 1920 la familia se va a vivir a Londres, donde
se celebran exposiciones de los cuadros de N. Roerich. La familia
conoce a escritores famosos y hombres de cultura del momento. Aquí
tuvo lugar el encuentro con el gran escritor indio Rabindranath Tagore
que vino a Inglaterra. Desde el primer encuentro Roerich y
Tagore sintieron simpatía mutua. Su amistad y correspondencia duró toda
su vida.
También en Londres ocurrió un acontecimiento de
gran importancia. Helena Roerich se encontró con los Grandes
Maestros, el Mahatma Morya y el Mahatma Koot Hoomi, quienes
visitaron Londres en persona, formando parte de una delegación india.
No es difícil entender la significación de este
acontecimiento. Durante la estancia de los Grandes Maestros en Londres,
el 24 de marzo de 1920, fueron escritas las primeras líneas de la
Gran Enseñanza, que tiene un significado excepcional para el destino
de nuestro planeta y para toda la humanidad. Esta Enseñanza se llama
Agni Yoga (Enseñanza del
Fuego) o Etica Viviente. Se puede decir que el 24 de marzo es el cumpleaños del Agni Yoga.
La Enseñanza fue dada por el
Gran Maestro a través de los Roerich. El primer libro le fue revelado a Nicolás Roerich y lo
escribió él, pero todos los libros siguientes los compuso y redactó
Helena Roerich. Esta labor no cesó ningún día y duró hasta los últimos
días de la vida de Helena. En el presente mucha gente ya conoce y
estudia el Agni Yoga. Los catorce libros de esta Enseñanza, siguen
siendo reeditados con tiradas significativas.
Los Roerich con toda su alma querían ir a la India. En Londres
compraron los billetes para el barco de vapor, pero había que aplazar
el viaje y según la Indicación del Gran Maestro ir a los Estados
Unidos. En diciembre del año 1920 la familia se traslada a vivir a Nueva
York. Yury en ese momento cumplió dieciocho años y Svetoslav dieciseis.
En América Nicolás Roerich organizó numerosas
exposiciones de sus cuadros, que fueron presentadas en 28 ciudades. En
muchas ciudades estadounidenses Roerich diseñó la escenografía y el
vestuario para producciones como La Doncella de
Nieve, y de Tristán e Isolda. También dio conferencias. Según la Indicación de los Mahatmas crea
en América unas instituciones culturales y el Museo, al que regala 300
de sus cuadros. Lo más importante que hace en America es
prepararse para el viaje al Asia Central (recibe el apoyo oficial de los EE.UU.).
Durante su estancia en Inglaterra y América los niños
estudian intensamente: Svetoslav estudia arquitectura y pintura,
Yury, escrupulosamente, entendiendo su tarea, prepara al viaje con su
padre. De este modo aprende los idiomas y la historia de los pueblos
de Oriente y estudia el arte militar. Primero Yury estudia en
la Universidad de Londres, después en la Universidad de Harvard
en los EE.UU. y termina su educación en la Universidad de la Sorbona
(en Paris), para eso se traslada a vivir a Francia, un año antes de
que acuda allí toda su familia.
Las capacidades fenomenales del hijo mayor de los
Roerich sorprenden a la imaginación. En el momento de iniciar el viaje a la
India, en el año 1923, cuando todavía no había cumplido veintiún años,
dominaba ya libremente 12 lenguas extranjeras y podía comunicarse en 10
idiomas más (un total de 22 idiomas) y era un sabio famoso en Europa.
El 8 de mayo del año 1923 los Roerich dejan América. El 16
de mayo llegan a Paris, donde estaba terminando sus estudios Yury y el
17 de noviembre del mismo año se van a la India en barco de vapor.
El sueño de muchos años se realizó. El 2 de diciembre el barco llegó
a Bombay y los Roerich se encontraron por primera vez en la
bendita tierra de la India.
Así comenzó su viaje a través de la India, su conocimiento del
pueblo, el aprendizaje de la cultura antigua de este admirable país.
En un mes los Roerich hacen un viaje de 3000 kilómetros, visitan las ciudades Jaipur,
Agra, Sarnath, Benarés y Calcuta y a fines de
diciembre llegan a la ciudad de Darjeeling, en el estado de Sikkin. En Darjeeling Nicolás Roerich
estuvo hasta septiembre del año 1924, aunque su familia se quedó allí más tiempo.
Cuando uno lee acerca del viaje de los Roerich a la India, en
el diario de la expedición, publicado en el libro
Altai-Himalaya, se pregunta sin querer: ¿por qué los Roerich se detuvieron tanto tiempo en
Darjeeling? Uno se da cuenta de que mucho en el libro está omitido y no
acabado. Desde hace poco tiempo están disponibles las memorias de Yury, en
las que se puede encontrar unos detalles asombrosos relacionados con
esta etapa del viaje.
Ahora se sabe bien que las autoridades inglesas impedían
con todas las fuerzas el viaje de los Roerich a la India. Sobre todo
intentaron obstaculizar la entrada de la familia en el Tíbet. En esos años, los ingleses
se sentían en la India como en casa, dominando todas las esferas. Los
movimientos de la familia fueron escrupulosamente vigilados.
Esto molestaba mucho a los Roerich. A pesar de todo, Nicolás Roerich
después de la llegada de su familia a Darjeeling, se encontró, en uno de los
templos, con uno de los Mahatmas y su Discípulo que lo acompañaba. Según
los recuerdos de Yury, los Roerich lograron pronto mitigar la vigilancia
de los ingleses y pasar desde Darjeeling a la capital de Tíbet, Lhasa.
Desde allí Nicolás y Helena Roerich, a invitación de
los Mahatmas, visitaron el lugar más santo y vedado de nuestro
planeta Shambhala. Allí ellos se comunicaron con los Grandes Mahatmas de
los Himalayas y recibieron su Bendición e Instrucción para el camino
ulterior y el viaje a Asia Central. Precisamente este hecho nos da la
posibilidad de comprender las acciones posteriores de Nicolás Roerich.
En septiembre del año 1924 Nicolás Roerich, dejando a su
familia en Darjeeling, se va a América y Europa. En América recibe el
permiso oficial para dirigir con bandera americana la expedición a Asia
Central. Después va a Berlín y visita la Embajada de la Rusia Soviética,
donde solicita oficialmente un visado para entrar en Moscú. El impreso
de solicitud incluía una pregunta sobre la finalidad de su viaje, a lo
cual contestó así: por encargo de los Mahatmas. Después de eso
Roerich vuelve a la India, visitando por el camino Indonesia y Ceilán. En
la primavera del año 1925 la familia se reúne de nuevo en Darjeeling.
En marzo del año 1925 los Roerich se trasladan a la capital de
Kashmir, Shrinagar. Precisamente allí empezó la famosa expedición de Nicolás
Roerich a través del Asia Central. A lo largo de su viaje el cuerpo de la
expedición cambiaba constantemente, los únicos participantes invariables, que
siguieron hasta el fin del itinerario, eran tres personas,
Nicolás, Helena e Yury Roerich.
Aquí hay que decir algunas palabras sobre el hijo menor de
los Roerich. Svetoslav Roerich estuvo con su familia en la India hasta
el principio de la expedición. Participó en las breves expediciones de
investigación científica de su padre a Sikkin, Bhutan y Nepal. Estudió
y coleccionó objetos artísticos de los pueblos orientales; estudió la
medicina local y la aplicación de las plantas medicinales.
Cuando los Roerich con su hijo mayor se fueron en la
expedición a través del Asia Central, Svetoslav, por encargo de su padre, volvió
a América con el fin de continuar la Construcción Cultural comenzada
por Nicolás Roerich. Estuvo en América hasta la primavera del año
1928, eso quiere decir hasta el fin de la expedición y después volvió a la India.
Durante los tres años de estancia en América Svetoslav hizo
un gran trabajo. Baste decir que en ese tiempo era el vicepresidente
del Museo Nicolás Roerich en Nueva York y el director del
centro Internacional Corona Mundi. Bajo su dirección tuvieron lugar
unas exposiciones internacionales y concursos y se establecieron
contactos con museos de América, Europa y Asia. En estos años Svetoslav
Roerich pinta mucho, precisamente entonces empieza a florecer su talento
de pintor.
Todo esto nos enseña el gran talento de Svetoslav, ya que en
el momento de regresar a América tenía poco más de veinte años.
Pero volvamos a los miembros de la expedición.
Sobre la expedición del Asia Central ahora hay mucho
escrito, pues llegó a ser legendaria. Para saber todo sobre ella se necesitaría
un libro enorme. En la presente narración sobre la familia Roerich se
pueden señalar sólo algunos momentos.
A lo largo de toda la historia de la humanidad, no se
había organizado jamás una expedición de investigación científica en
Asia Central tan grandiosa como esta. Los grandes viajeros rusos y
los investigadores de Asia, Przhevalsky y Kozlov, soñaron con atravesar
el Asia Central de norte a sur, pero su sueño no se realizó. Los Roerich
lo hicieron dos veces. Fueron a través de toda la meseta del Tíbet, de sur
a norte, en la parte occidental, y de norte a sur en la oriental.
A los viajeros les esperaban peligros a cada paso:
precipicios profundos, glaciares resbaladizos, rocas inabordables. En la maleza
se escondían tigres, leopardos y osos. Las autoridades inglesas siempre
ponían obstáculos. También hubo ataques armados de bandas
de bandoleros errantes.
Yury era responsable de la defensa de la expedición. En
su infancia le gustaban los juegos militares, más tarde estudió seriamente
el arte militar, recibiendo educación militar superior, así que
cumplió perfectamente su tarea.
Los Roerich vencieron personalmente todas
las dificultades: sufrieron el frío, el hambre, torbellinos despiadados.
Ningún pintor había visitado nunca aquellos lugares tan poco accesibles.
Nicolás pintó durante la expedición unos 500 cuadros y bocetos. Ningún
pintor tiene cuadros tan maravillosos, que reflejan los paisajes de las
montañas. Sobre la veracidad de los extraordinarios cuadros de Roerich,
hablan con entusiasmo los alpinistas que han visitado personalmente estos
lugares. No en vano después de la terminación del camino de Roerich en la
tierra, el Alto Maestro dijo sobre él: «Nunca hubo y nunca habrá un
cantor como él de las montañas sagradas».
La expedición duró cinco años. Se recorrió un camino de
25.000 kilómetros, se superaron 35 puertos alpinos y una cantidad incontable
de raudales y ríos de montaña. Durante la expedición se reunieron
y estudiaron los libros antiguos de Buda, los maestros pintores del
Tíbet, las colecciones arqueológicas, botánicas y geológicas; se
anotaban leyendas y tradiciones locales. Los materiales recopilados durante
la expedición representan hasta hoy un gran valor.
Para mayo del año 1926 se había recorrido la primera mitad
del itinerario. La expedición cruzó la frontera de la Rusia Soviética y el 13
de junio los Roerich llegaron a Moscú. Roerich obsequió al Comisario del
Pueblo y al de Educación con su lienzo Maitreya El
Conquistador, que quedó expuesto en el Museo Gorki. Les entregó a la
vez el mensaje de los Mahatmas y un cofre conteniendo tierra del suelo tibetano para la tumba de
Lenin. Encima del cofre se hizo una inscripción: «Para la tumba de nuestro hermano
el Mahatma Lenin». El Mensaje se conserva aún en el archivo del
Ministerio de Asuntos Exteriores. El texto fue publicado muchas veces en libros
y revistas.
En Moscú Nicolás Roerich actuó con determinación como
mensajero de Shambhala. Se reunió no sólo con los miembros del gobierno, sino
también con los representantes de amplias organizaciones sociales. También tuvo
un encuentro con trabajadores de la en ese tiempo amenazante policia
política de la Rusia Soviética. Incluso allí se habló de la Shambhala, de los
Mahatmas y de la reconstrucción futura del Mundo. Estos encuentros despertaron
un gran interés en la gente y le hicieron a Nicolás Roerich muchas
preguntas. Los encuentros con las personas sencillas causaron impresión muy grande
a Roerich.
Aún durante su viaje a Moscú, cuando fue en barco a
través del río Irtysh, todos le hicieron muchísimas preguntas: hasta
los marineros, la juventud, los maestros de las escuelas, a veces casi
hasta el amanecer. Querían saber sobre todo lo que ocurría en el
mundo. También le preguntaban sobre la Shambhala y los Mahatmas.
Este afán de saber alegró a Nicolás Roerich.
No es difícil darse cuenta de que tal actividad de los Roerich
no podía agradar a todo el mundo. La situación política era muy complicada
en Rusia en aquel momento. Los bandidos y bandoleros no se encontraban
sólo en las montañas del Tíbet. Muchos de los bandidos civilizados habían
logrado introducirse en el aparato estatal de la Rusia Soviética.
El Gran Maestro había prevenido a los Roerich de que en
Moscú correrían un gran peligro. Esto se cumplió. Más tarde, cuando
la expedición ya estaba en Mongolia, llegaron instrucciones desde
Moscú para detener a los Roerich, pero una persona se compadeció de ellos
y los advirtió a tiempo. Así que se pusieron en marcha urgentemente
y cruzaron la frontera de Tíbet.
El valor y la fe inquebrantables en la ayuda y el apoyo de
los Grandes Maestros, con quienes la familia siempre estuvo unida por
unos hilos invisibles, les ayudaron a vencer esta prueba peligrosa. Los
Grandes Maestros de las alturas de los Himalayas observaron cada paso de
sus Emisarios y en los momentos difíciles les prestaron la ayuda necesaria.
En Moscú Nicolás Roerich consiguió permiso para
investigar en Altai, lo que le interesaba mucho. Con los Roerich fueron a
Altai también sus amigos americanos. En agosto de 1926 los
Roerich llegaron a Altai. Gracias a Sina Fosdick (fue una de las
primeras discípulas del Agni Yoga y ayudó activamente a la familia
Roerich), conocemos ahora numerosos detalles de esta parte del itinerario
de la expedición. Ella anotó un acontecimiento remarcable, parecido
a otros que ocurrían a menudo.
Los viajeros iban en una telega,
carro de transporte de cuatro ruedas, tirada por un caballo, cuando de repente, en uno de los trances
peligrosos, Helena oyó la voz del Gran Maestro: «¡Hijo mío, sigue en el lado
izquierdo!» En ese momento, Moris que se sentaba en el lado derecho se cayó de
la telega, por suerte sin hacerse daño.
Por estas anotaciones sabemos también que precisamente
en Altai Helena Roerich anotó y redactó el tercer libro de la
Enseñanza, Comunidad, que fue publicado en Urga, la capital de Mongolia
(ahora Ulan-Bator), inmediatamente después de la llegada allí de la
expedición. Precisamente en este libro el Alto Maestro valoró mucho la vida y
la actividad de Vladimir I. Lenin. Al mismo tiempo fue escrito y
publicado el libro Fundamentos del Budismo.
A principios de septiembre concluyeron las investigaciones en
Altai y los Roerich se dirigieron a Mongolia. El 9 de septiembre llegaron
a Urga. Aquí comenzaron los intensos preparativos para una
segunda travesía muy complicada, a través de la meseta del Tíbet. Esta vez
de norte a sur, hacia la India. En Urga, los Roerich se despidieron de
sus amigos americanos, que volvieron a América. Y nueva gente se unió a
la expedición, entre los cuales estaban el doctor Ryabinin y dos
muchachas de una familia cosaca, Lida y Raya Bogdanova. La menor, Raya,
tenía solamente doce años.
Igual que en todas partes durante la expedición, en
Mongolia hubo encuentros y conversaciones con personas sencillas, y en Urga
tuvo lugar un encuentro con los representantes del gobierno de
Mongolia. El 13 de abril de 1927 la expedición dejó Urga y se dirigió hacia el Tíbet.
DE MONGOLIA A LA INDIA
Durante esta parte del itinerario, el médico de la
expedición, doctor Ryabinin, llevó un diario muy detallado. En 1992 «se
encontró» este diario en Kulu, en las instalaciones del Instituto «Urusvati» y en
el año 1997 fue publicado. Gracias a los anotaciones del doctor
Ryabinin, sabemos ahora hasta los más pequeños detalles de las etapas de
esta travesía, durante la cual sufrieron una tentativa de aniquilar la expedición.
Los Roerich esperaban cruzar la meseta entre el verano y
el otoño y visitar a la capital de Tíbet, Lhasa. Y desde allí llegar ya al
punto inicial, Darjeeling. Primero todo fue bastante bien. La mayor parte
del itinerario se superó con éxito. Cuando quedaban pocos días de
camino hasta Lhasa, la caravana fue retenida en el puesto fronterizo del
Tíbet. Esto se hizo, como se llegaría a saber posteriormente, por orden de
los ingleses. No se recibieron en ninguna parte del mundo, las cartas
y telegramas enviados por los Roerich, sino que fueron devueltos
sin explicación alguna. La expedición quedó aislada de todo el
mundo civilizado durante cinco largos meses.
El viento atroz azotaba desde todas partes, la meseta
deshabitada. Las fuertes nevadas privaron de forraje a los animales. Casi no
quedaban víveres y no había dónde conseguir combustible. Lo más insoportable era
el frío. Por la noche la temperatura bajaba hasta
los setenta grados bajo cero, y aquellas personas vivían sin otra protección que unas tiendas de lona.
Durante esta parada murieron casi todos los animales de la caravana. De 102
animales sobrevivieron muy pocos: diez que quedaron exhaustos y solamente dos
que todavía sirvieron para continuar el viaje. Sufrieron mucho por los
resfriados. Cinco personas, todos tibetanos indígenas, no resistieron la prueba y
murieron. Gracias a su gran valor y firmeza extraordinaria de espíritu, los Roerich no
sólo resistieron a esta dura prueba con la ayuda de los Grandes Maestros, sino
que también apoyaron a los otros integrantes de la expedición.
El 4 de marzo de 1928 finalmente les permitieron dejar
al campamento. Sin embargo, les prohibieron entrar en Lhasa y
les propusieron una ruta de rodeo a través de un terreno
despoblado. Así que la entrada a la capital del Tíbet fue cerrada. Pero les
fue abierta la entrada a la Ciudadela de Luz, cuando los
gobernadores oscuros de Tíbet no podían ni soñar con entrar en ella. Para
continuar el viaje había que comprar otra vez bestias de carga y formar la
caravana de nuevo.
Según las anotaciones en el diario del doctor Ryabinin, cuando
la expedición se acercó al valle del río Bramaputra, por la noche fue
recibido el Decreto del Maestro. Así que al día siguiente, Yury tomó la
dirección de la caravana, porque Helena y Nicolás Roerich se pusieron en
camino, sin equipaje, en otra dirección conocida sólo por ellos
El camino
les llevó a Shambhala, donde les esperaban ya.
El 28 de mayo de 1928 la expedición llegó a Darjeeling,
donde había empezado en marzo del año 1925 este viaje sin precedente en
la historia. Al mismo tiempo, habiendo cumplido totalmente y con éxito
el encargo de su padre, llega a Darjeeling también Svetoslav.
La familia Roerich se reúne de nuevo.
Había que sistematizar y estudiar los inapreciables
materiales científicos coleccionados por la expedición. Los Roerich se instalan en
el norte de India, al oeste del Himalaya, en un valle muy pintoresco de
nombre Kulu. Allí se creó un instituto de investigación científica, que, en honor
de Helena Roerich, fue llamado «Urusvati» (Luz de la Estrella Matinal);
así llamó a Helena el Gran Maestro. El director del instituto fue Yury Roerich.
El instituto llevó a cabo investigaciones amplias y
polifacéticas. Se traducían a idiomas europeos diferentes libros antiguos,
se estudiaban dialectos casi olvidados y el arte antiguo de pueblos
de Asia. Entre las tareas de «Urusvati» estaban también la
medicina tibetana, la aplicación de las plantas medicinales, la cura del cáncer,
el estudio de los rayos cósmicos, las excavaciones arqueológicas y
la creación de colecciones botánicas y
zoológicas.
El instituto mantenía contactos con muchas
instituciones científicas de todo el mundo. Según el plan de trabajo del instituto
en los años 1934-35, Nicolás y Yury Roerich organizaron una
expedición a Manchuria y China. El instituto funcionó exitosamente hasta
el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Entonces la guerra destruyó todos
los contactos internacionales y hubo que cerrarlo.
La familia estuvo en el valle de Kulu hasta el año 1948.
Tres años antes había dejado Kulu, Svetoslav Roerich. Después de
haberse casado con una personalidad famosa de la cultura india, Devika Rani,
él se estableció con su mujer en el arrabal de Bangalor, India.
Cada uno de los Roerich quería mucho a la India, que llegó a
ser la segunda patria de toda la familia. Este amor fue mutuo. La gente
india respetó mucho a los Roerich. En India le llamaron a Nicolás
Roerich Maha Rishi (Gran Santo).
Sin embargo, Nicolás y Helena soñaban con volver a su
Patria, Rusia, la separación de la cual ya había durado más de un cuarto
del siglo. La vuelta de los mayores de los Roerich a Rusia fue también
planeada por los Grandes Maestros. Pero para eso tenían que esperar hasta
que se creasen en la Unión Soviética unas condiciones favorables, pues
la Segunda Guerra Mundial terminó, pero la tensión
no disminuyó. La situación en el Mundo fue extremamente difícil, y en Rusia también.
Por mucho que Nicolás Roerich quisiera trasladarse a Rusia, no lo pudo
hacer, porque el 13 de diciembre de 1947 abandonó el plano terrenal, a la
edad de 73 años y dos meses.
Su muerte la sufrió Helena más que todos. Naturalmente,
ella mejor que nadie sabía que con la muerte del cuerpo la vida no
termina, sino que en el futuro ya estaba predestinado el encuentro con su
marido en el Mundo Supermundano. Pero es muy difícil vivir en la tierra sin
la persona más íntima y querida del mundo entero, la que estaba
dispuesta a prestarle apoyo en cualquier momento. Con Nicolás habían
pasado uno al lado del otro todo el Camino terrenal,
que duró casi medio de siglo. A principios del año 1948 Helena escribe a sus amigos en América:
«Tengo el corazón oprimido por una congoja atroz. He perdido
al mejor amigo de muchos años. El se fue a la llamada del Gran Maestro,
a las tres de la mañana, en el día más solemne del calendario indio,
¡el cumpleaños de Shiva!.. Su corazón no ha podido aguantar más las
últimas presiones y la tristeza atroz del aplastamiento de todo lo relacionado con
la cultura, que trae salvación a la joven generación
Volverá un tiempo
mejor al campo de acción ya limpio y terminará su siembra y servicio a toda
la humanidad».
Nicolás Roerich nos dejó una herencia enorme
de aproximadamente 7000 cuadros en muchos museos del
mundo, más de 30 libros, sin contar numerosos artículos sobre arte,
cultura, ciencia y filosofía. El propuso la idea de aceptación internacional de
un tratado que defendiese los valores culturales durante operaciones
militares, y estuvo luchando toda su vida para lograrlo. Propuso para eso un
símbolo especial: tres esferas dentro de un círculo. Este tratado internacional
por fin fue concluido y fue nombrado Pacto de
Roerich. El símbolo adquirió el nombre de
Bandera de la Paz.
Aquí hay que añadir una cosa más: Nicolás Roerich echó
los cimientos de amistad entre Rusia y la nueva India
independiente, debido a sus contactos con Rabindranath Tagore, Jawajarlal
Nehru, Indira Gandi, igual que con otras personas eminentes y líderes
estatales de la India.
En el año 1949 Helena y Yury Roerich se trasladan a vivir
a Kalimpong, India, al este del Himalaya. Se establecen en una
casa bastante pequeña. Desde las ventanas se puede observar una
vista maravillosa de la cima de cinco cabezas del Kanchenjunga,
una montaña sagrada que la tradición conecta con Shambhala.
Por Gran Maestro, Helena supo que pronto su hijo Yury y
ella irían a Rusia a terminar su misión. Este viaje se planeó para realizarse
a principios de los años cincuenta.
Sin embargo, las circunstancias no les favorecieron en ese
tiempo para cumplir lo planeado. Helena Roerich trabaja mucho y con tesón
en Kalimpong. Duerme muy poco, no más de cinco horas al día.
Quiere hacer lo máximo posible. Para entonces ya se habían publicado 14
libros del Agni Yoga.
Además, muchos corresponsales de todos los países del
mundo están esperando sus cartas. Hay que contestar a muchas preguntas
de los lectores de la Enseñanza. Recientemente se han publicado los 8
tomos de sus cartas. Son de una gran e inapreciable ayuda para los que
estudian y seguirán estudiando al Agni Yoga.
Helena Roerich estaba realizando esta labor gigantesca sin
cesar, y el 5 de octubre de 1955 abandona este mundo terrestre y se va a
las esferas del Mundo del Fuego, a la edad de 75 años. Poco antes de
su muerte le había dicho a Yury que él iría a Rusia solo y estaría allí
tres años. Nadie entonces comprendió muy bien el profundo significado
de estas palabras.
El Gran Maestro llamó a Helena Roerich la Madre del
Agni Yoga. Sus beneficios para nuestro planeta, los podremos
estimar dignamente sólo al cabo de miles de años. Hoy podemos
comprender solamente una pequeña parte de su Hazaña del Fuego.
Pero hoy ya hay personas sensibles, quienes no tanto con
la cabeza, sino más con el corazón lo saben comprender. La veracidad
de estas palabras la podemos ver en el evento siguiente. Helena Roerich
en sus últimos ocho años llevó un modo de vida retirado y cerrado, no
hablaba casi con nadie
Sin embargo, la parihuela con su cuerpo fue acompañada de
una multitud de gente (indios, tibetanos, etc.) hasta el lugar de su
cremación. Nadie había avisado a la gente sobre la ceremonia, nadie les había
invitado. Sólo obedecieron a la llamada mágica por dentro, vinieron para
despedirse de una mujer rusa, de quién no sabían casi nada.
En el lugar de su cremación fue puesto un bello
mortero (monumento funerario), blanco como la nieve, cerca del
cual construyeron un hermoso templo budista, donde antes había
un lugar desierto.
A la muerte de Helena Roerich, Yury continúa viviendo
en Kalimpong, donde realiza trabajo científico y al mismo tiempo enseña
en la Universidad local. Al cabo de dos años recibe permiso para vivir
en su Patria y en otoño del año 1957 se traslada finalmente a Moscú.
Para entonces Yury ya era un sabio orientalista reconocido
y miembro de las sociedades científicas de muchos países del Mundo.
En Moscú trabaja como jefe de sección en un instituto de
Orientalismo. Empezando casi a partir de cero, reconstruye la escuela soviética
de tibetología, escribe trabajos científicos, da clases, lleva a cabo la labor
de toda su vida el diccionario tibetano-sánscrito-ruso-inglés, de
gran extensión.
También hizo algo muy importante para toda
la humanidad: gracias a él Rusia, y luego todo el mundo de la cultura,
oyó de nuevo de la gran familia Roerich y de la Etica Viviente.
Antes de su llegada a la Unión Soviética no se había sabido
casi nada de la familia Roerich. En los círculos políticos, Nicolás Roerich
fue considerado un emigrante y, durante muchos años,
fueron premeditadamente reticentes con él. Muy poca gente había oído que
en alguna parte de la India vivía tal pintor ruso. Yury llevó a Rusia 418
telas de su padre que regaló a su Patria. Siete meses después de su llegada
a Moscú tuvo lugar la primera exposición de cuadros de N. Roerich, a
la organización de la cual Yury había entregado todas sus fuerzas. Luego
la exposición se pudo visitar también en Leningrado (San
Petersburgo), Riga, Kiev, Tbilisi y otras ciudades. Yury Roerich daba clases sobre
su padre, su pintura, trabajos literarios y concepción del mundo. El
interés por las exposiciones fue enorme: las visitaron decenas de miles
de personas.
Poco a poco el interés de la gente por la personalidad del
artista se trasladó, de manera natural, a su filosofía y al Agni Yoga. Los libros de
la Enseñanza todavía estaban prohibidos, así que se empezó a buscarlos y
copiarlos de maneras diferentes (principalmente desde los ejemplares publicados en
los años treinta en Riga) con mucho peligro para los lectores
clandestinos.
Para Yury Roerich la estancia en Moscú no era fácil. Tenía
que vivir y trabajar en un ambiente de incomprensión, sospecha, y a
menudo aún hostilidad por parte de diferentes funcionarios y
administradores, bajo la estricta observación de los servicios ideológicos.
Frecuentemente tenía que vencer diferentes obstáculos que surgían uno tras otro.
Menos mal que mucha gente sencilla rusa le trataba con amor y cariño.
Yury cautivaba a la gente como un fuente de Luz y Conocimiento.
El 11 de mayo de 1960 tenía que abrirse en Moscú la
exposición personal de cuadros de Svetoslav Roerich. Mucho trabajó Yury
para organizarla. Para la inauguración, llegaron a Moscú Svetoslav y su
esposa Devika Rani. La exposición estaba en su apogeo, había muchos
encuentros y conversaciones con amigos de diferentes ciudades.
Se encontraron a menudo en el piso de Yury Roerich.
Nadie podía imaginar lo que pasaría pronto. El 20 de mayo, de repente Yury
se sintió mal y al cabo de unas horas se fue. Abandonó el mundo
terrestre de golpe, en la plenitud de sus fuerzas creadoras, a la edad de 57
años. De esta manera se cumplió la predicción de Helena Roerich de que
él estaría en Rusia tres años incompletos. No en vano precisamente en
ese tiempo llegó su hermano menor. Poco antes de su muerte Yury
había dicho un día que su Misión frente su Patria ya había sido cumplida.
DE LA GRAN FAMILIA Los granos sembrados por Yury Roerich en su
Patria gradualmente comenzaban a dar sus frutos, al principio invisibles.
Los libros del Agni Yoga todavía estaban prohibidos, pero a pesar de todo
se ponían en circulación tanto en manuscritos como en copias. A
mediados de los años ochenta empezó el crecimiento rápido de lo sembrado.
Primero surgieron las publicaciones en revistas, luego los libros sobre la
familia Roerich, y desde el año 1990 se podía encontrar ya ediciones de
los libros del Agni Yoga y las obras literarias de Nicolás y Helena Roerich.
El interés hacia la familia Roerich seguía creciendo igual que un alud
de nieve. Pronto fueron posibles los viajes al extranjero y por lo tanto
la relación con la India a través del último representante de la gran
familia Roerich llegó a ser más estrecha y viva.
Svetoslav Roerich se instala en Bangalor, donde tiene
muchas visitas e incluso huéspedes de Rusia. Después de la muerte de su
hermano, Svetoslav continúa con energía inagotable su trabajo creador y social
y perfecciona su maestría artística. Como artista, Svetoslav Roerich
trabaja con diferentes géneros, pero quizá el éxito más grande lo logró en
los retratos. Está dotado de una capacidad sorprendente para reflejar en
sus lienzos el mundo espiritual interior de las personas. Pintó muchos
retratos maravillosos, los mejores de los cuales son los de su padre, un retrato
de Jawajarlal Nehru, pintado en Kulu, y también dos bellos retratos de
Helena Roerich, uno de cuales fue pintado por orden del Gran Maestro.
Svetoslav Roerich dirigió toda su actividad social a reforzar
la amistad y la cooperación entre países y pueblos diferentes, sobre
todo entre Rusia e India. Para ello viaja mucho, se encuentra y habla no
sólo con hombres de Estado, sino también con gente sencilla; contesta
a numerosas preguntas, nos habla sobre sus padres y su hermano
mayor. Svetoslav viene repetidamente a la Unión Soviética. Cada vez su
llegada reúne en Moscú a gente de muchas ciudades de Rusia que
quiere encontrarse con él. Casi no cabían en ningún edificio.
En verano del año 1989 Svetoslav propuso a
Mijaíl S. Gorbachov (entonces presidente de Rusia) fundar en Moscú el
centro-museo de Nicolás Roerich y el Fondo Soviético de los Roerich. Al
año siguiente, cuando su proposición fue aceptada, Svetoslav
Roerich entregó a Rusia según el precepto de su padre el resto de los
cuadros y todo el archivo de la familia, incluso los manuscritos únicos
e inapreciables de su madre.
Poco antes de su muerte, Svetoslav fundó en la India el
«Trust Internacional Memorial de los Roerich». Según su intención se debería
utilizar la hacienda y los edificios del Instituto «Urusvati» en Kulu (que
habían pertenecido a su familia), igual que la hacienda de Svetoslav en Bangalor
y su herencia personal
el susurro inspirador del viento y a sentir vibrar la tierra y el cielo
con el espíritu de la vida. Nicolás encontró en la Madre Naturaleza a
su primer y único Maestro.
se grabó en su corazón para toda su vida. Un día por la
mañana temprano la muchacha corrió por el parque hasta un estanque
pequeño. La mañana era maravillosa. La niña con todo su ser sintió la
belleza y la alegría de la vida.
ADOLESCENCIA
NACIMIENTO DE LA FAMILIA
LOS HIJOS
«Mi mamá era una mujer, esposa y madre magnífica; respetó
nuestros intereses, aspiraciones, sentimientos. Nunca insistió en nada, nunca
nos forzó, sino que siempre nos dio todo lo que necesitábamos en
nuestro camino. Mi hermano se interesó por la historia desde los primeros
años de su vida y ella cuidadosamente reunía los libros que él necesitaba,
los que le pudieran ayudar. También iba con él a museos, instituciones,
que le pudieran orientar
EL COMIENZO DEL CAMINO
VIAJE A AMÉRICA
¡HOLA, INDIA!
LA EXPEDICIÓN AL ASIA CENTRAL
EN MOSCÚ
ALTAI Y MONGOLIA
EL TRABAJO EN EL VALLE DE KULU
KALIMPONG
EN RUSIA
EL ÚLTIMO REPRESENTANTE